La búsqueda de experiencias espirituales, como los viajes astrales o el desarrollo de habilidades como la clarividencia, a veces se convierte en una especie de consumo donde el objetivo principal no es el crecimiento interior o la conexión con lo divino, sino la acumulación de experiencias "especiales" que puedan distinguir a una persona de los demás.

Este fenómeno puede estar relacionado con la cultura moderna del consumo y la necesidad de validación social. En lugar de buscar una auténtica transformación espiritual, algunas personas pueden estar más interesadas en obtener un estatus o una identidad que les haga sentir únicos y superiores. Esto puede llevar a una trivialización de las prácticas espirituales, donde se pierden de vista los valores profundos como la humildad, la compasión y la búsqueda de la verdad.