En la Ciudad de México, las personas de origen africano fueron decisivas en la conformación de la sociedad mexicana, en especial donde hoy es el Centro Histórico. De ahí se diseminaron por todo el territorio nacional, de norte a sur y hacia las costas del Golfo y el Pacífico.

Sin embargo, una población que tiene un origen diferente es la de los mascogos, en Coahuila. Son descendientes de semínolas negros que huyeron de la amenaza de esclavitud en los Estados Unidos y están concentrados en la ciudad de El Nacimiento, en el Municipio de Múzquiz. Es difícil distinguir hoy en día qué prácticas son exclusivamente suyas, pero tal vez su distintivo más poderoso es su propia lengua: el afrosemino, así como los hermosos cantos a capela acompañados por palmeadoras que recuerdan al góspel o spirituals de los afroestadunidenses.


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