ULTIMO DIA DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE Y LA OCTAVA DE DIOS PADRE
Padre Daniel Gagnon Padre Daniel Gagnon
5.31K subscribers
421 views
58

 Published On Premiered Jul 31, 2023

OCTAVA HORA
De las 12 de la noche a la 1 de la mañana
La captura de Jesús
Oh Jesús mío, ya es media noche; escuchas que se
aproximan los enemigos, y Tú limpiándote y enjugándote la
sangre, reanimado por los consuelos recibidos vas de nuevo a
donde están tus amados discípulos, los llamas, los amonestas
y te los llevas junto contigo, y vas al encuentro de tus
enemigos, queriendo reparar con tu prontitud mi lentitud, mi
desgano y pereza en el obrar y en el sufrir por amor tuyo.
Pero, oh dulce Jesús, mi bien, que escena tan conmovedora
veo: Al primero que encuentras es al pérfido Judas, el cual
acercándose a Ti y poniéndote un brazo alrededor de tu cuello
te saluda y te besa; y Tú, amor entrañable, no desdeñas besar
aquellos labios infernales, lo abrazas y te lo estrechas al
corazón, queriéndolo arrancar del infierno y dándole muestras
de nuevo amor.
Mi Jesús, ¿cómo es posible no amarte? Es tanta la ternura
de tu amor que debiera arrebatar a cada corazón a amarte, y
sin embargo no te aman. Y Tú, oh mi Jesús, en este beso de
Judas, soportándolo, reparas las traiciones, los fingimientos,
los engaños bajo aspecto de amistad y de santidad,
especialmente de los sacerdotes. Tu beso, además, manifiesta
que a ningún pecador, con tal de que venga a Ti humillado,
rehusarías darle el perdón.
Ternísimo Jesús mío, ya te entregas en manos de tus
enemigos, dándoles el poder de hacerte sufrir lo que ellos
quieran. También yo, oh mi Jesús, me entrego en tus manos, a
fin de que Tú, libremente, puedas hacer de mí lo que más te
agrade; y junto contigo quiero seguir tu Voluntad, tus
reparaciones y sufrir tus penas. Quiero estar siempre en torno
a Ti para hacer que no haya ofensa que no te repare, amargura
que no endulce, salivazos y bofetadas que recibas que no
vayan seguidas por un beso y una caricia mía.
En tus caídas, mis manos estarán siempre dispuestas a
ayudarte para levantarte. Así que siempre contigo quiero estar,
oh mi Jesús, ni siquiera un minuto quiero dejarte solo; y para estar más segura, ponme dentro de Ti, y yo estaré en tu mente,
en tus miradas, en tu corazón y en todo Tú mismo, para hacer
que lo que haces Tú, pueda hacerlo también yo, así podré
hacerte fiel compañía y no pasar por alto ninguna de tus penas,
para darte por todo mi correspondencia de amor.
Dulce bien mío, estaré a tu lado para defenderte, para
aprender tus enseñanzas y para numerar una por una todas
tus palabras. ¡Ah, cómo me desciende dulce la palabra que
dirigiste a Judas:
«Amigo, ¿a qué has venido?» (Mt 26,50)
Y siento que a mí también me diriges las mismas palabras,
no llamándome amiga sino con el dulce nombre de hija: «Hija,
¿a qué has venido?» Para oír que te respondo: «Jesús, a
amarte». «¿A qué has venido?», me repites si me despierto en
la mañana; «¿a qué has venido?», si hago oración; «¿a qué
has venido?», me repites desde la Hostia Santa si vengo a
recibirte en mi corazón.
¡Qué bello reclamo para mí y para todos! Pero cuántos a tu
«¿a qué has venido?» responden: Vengo a ofenderte. Otros,
fingiendo no escucharte se entregan a toda clase de pecados,
y a tu pregunta «¿a qué has venido?» responden con irse al
infierno. ¡Cuánto te compadezco, oh mi Jesús! Quisiera tomar
las mismas cuerdas con que van a atarte tus enemigos, para
atar a estas almas y evitarte este dolor. Pero de nuevo escucho
tu voz ternísima que dice, mientras vas al encuentro de tus
enemigos:
«¿A quién buscan?» (Jn 18,4)
Y ellos responden:
«A Jesús Nazareno». (Jn 18,5)
Y Tú les dices:
«Yo soy». (Jn 18,5)
Con esta sola palabra dices todo y te das a conocer por lo
que eres, tanto que tus enemigos tiemblan y caen por tierra
como muertos, y Tú, amor sin par, repitiendo de nuevo «Yo
soy», los vuelves a llamar a la vida, y por Ti mismo te entregas
en manos de tus enemigos.
Jesús es encadenado
Y ellos, pérfidos e ingratos, en vez de caer humildes y
palpitantes a tus pies y pedirte perdón, abusando de tu bondad
y despreciando gracias y prodigios te ponen las manos encima
y con sogas y cadenas te atan, te inmovilizan, te arrojan por
tierra, te pisotean bajo sus pies, te arrancan los cabellos, y Tú, con paciencia inaudita callas, sufres y reparas las ofensas de aquellos que a pesar de los milagros, no se rinden a tu gracia y se obstinan de más.
Con tus sogas y cadenas consigues del Padre la gracia de
romper las cadenas de nuestras culpas, y nos atas con la dulce
cadena del amor. Y corriges amorosamente a Pedro que quiere
defenderte, y llega hasta cortar una oreja a Malco; quieres
reparar con esto las obras buenas que no son hechas con
santa prudencia, y que por demasiado celo caen en la culpa.
Mi pacientísimo Jesús, estas cuerdas y cadenas parece que
ponen algo de más bello a tu divina Persona. Tu frente se hace
más majestuosa, tanto que atrae la atención de tus mismos
enemigos; tus ojos resplandecen con más luz; tu rostro divino
se pone en actitud de una paz y dulzura suprema

PDF DEL LIBRO DIOS HABLA A SUS HIJOS:
https://fatherspeaks.net/pdf/el_padre...

show more

Share/Embed