Catalina Labouré nació el día dos de mayo de mil ochocientos seis, en la pequeña y tranquila aldea de Fain-lès-Moutiers, en la región de Borgoña, Francia. Era la octava hija de una familia de agricultores, donde la simplicidad y la devoción se vivían en el día a día.

Sus padres, Pedro y Luisa Labouré, eran personas piadosas y trabajadoras. Desde pequeña, Catalina aprendió el valor de la fe y del trabajo arduo en el campo, ayudando a cuidar de la casa y de los animales. Su infancia, aunque marcada por un ambiente de sencillez, fue bendecida con la riqueza de la fe católica, que permeaba cada aspecto de la vida familiar.

Un evento trágico y transformador marcó la infancia de Catalina. Cuando ella tenía apenas nueve años, su madre falleció repentinamente. El dolor de la pérdida fue profundo, y la pequeña Catalina, devastada por la ausencia materna, buscó consuelo en los brazos de la Virgen María.

Fue en ese momento que tomó una decisión que moldearía toda su vida. Catalina se arrodilló ante una imagen de María, y con lágrimas en los ojos, pidió: "Ahora, Madre Santísima, serás mi madre".