Apologética y Mes de Ntra Madre la Reina de la Divina Voluntad y Madre de Dios
Padre Daniel Gagnon Padre Daniel Gagnon
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 Published On Premiered Jan 16, 2024

Para descargar el libro de María en el Reino de la Divina Voluntad
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Hija mía, tú debes saber que desde que Yo fui concebida te amé como
Madre, te sentía en mi corazón, ardía de amor por ti, pero no entendía el por
qué; el Fiat Divino me hacía hacer los actos, pero me tenía oculto el secreto,
pero en cuanto se encarnó me develó el secreto y comprendí la fecundidad de
mi maternidad, que no sólo debía ser madre de Jesús, sino Madre de todos, y
esta maternidad debía ser formada sobre la hoguera del dolor y del amor. Hija
mía, ¡cuánto te he amado y te amo!
Ahora escucha hija querida hasta dónde se puede llegar cuando el Divino
Querer toma la vida obrante en la criatura y la voluntad humana lo deja hacer
sin impedirle el paso. Este Fiat, que en naturaleza posee la virtud generativa,
genera todos los bienes en la criatura, la hace fecunda, dándole la maternidad
sobre todos, sobre todos los bienes, y sobre Aquél que la ha creado.
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Maternidad dice y significa verdadero amor, amor heroico, amor que se
contenta con morir para dar vida a quien ha generado; si no hay esto, la
palabra maternidad es estéril, está vacía y se reduce a palabras, pero en los
hechos no existe. Por eso hija mía, si quieres la generación de todos los bienes
haz que el Fiat tome en ti la vida obrante, el cual te dará la maternidad y
amarás todo con amor de madre, y Yo, tu Mamá, te enseñaré el modo cómo
fecundar en ti esta maternidad toda santa y divina.
En cuanto llegué a ser Madre de Jesús y Madre tuya, mis mares de amor se
duplicaron, y no pudiendo contenerlos todos, sentía la necesidad de
expandirlos y de ser, incluso a costa de grandes sacrificios, la primera
portadora de Jesús a las criaturas. Pero qué digo ¿sacrificios? Cuando se ama
de verdad, los sacrificios, las penas, son refrigerios, consuelos y desahogos del
amor que se posee. ¡Oh! hija mía, si tú no pruebas el bien del sacrificio, si no
sientes como él es causa de las alegrías más íntimas, es señal de que el amor
divino no llena toda tu alma, y por lo tanto que la Divina Voluntad no reina
como Reina en ti. Ella sola da tanta fuerza al alma, de volverla invencible y
capaz de soportar cualquier pena. Pon la mano sobre tu corazón y observa
cuántos vacíos de amor hay en él, reflexiona: aquella secreta estima de ti
misma, aquel turbarte por cada mínima contrariedad, aquellos pequeños
apegos que sientes a cosas y a personas, aquel cansancio en el bien, aquel
fastidio que te causa lo que no te gusta, equivalen a otros tantos vacíos de
amor en tu corazón, vacíos que, parecidos a la fiebre, te privan de la fuerza y
del deseo de llenarte de Voluntad Divina. ¡Oh! cómo sentirías también tú la
virtud refrescante y conquistante en tus sacrificios si llenas de amor estos
vacíos tuyos.
Hija mía, dame ahora la mano y sígueme, porque Yo continuaré dándote
mis lecciones. Partí de Nazaret acompañada de san José, afrontando un largo
viaje y atravesando montañas para ir a visitar en Judea a Isabel, que a
avanzada edad, milagrosamente llegaba a ser madre.
Yo iba a ella no para hacerle una simple visita, sino más bien porque ardía
en deseos de llevarle a Jesús. La plenitud de gracia, de amor, de luz que sentía
en Mí me empujaba a llevar, a multiplicar, a centuplicar la vida de mi Hijo en
las criaturas. Sí hija mía, el amor de Madre que tuve por todos los hombres y
por ti en particular, fue tan grande, que Yo sentí la necesidad extrema de dar a
todos a mi querido Jesús, a fin de que todos lo pudieran poseer y amar. El
derecho de Madre que me fue dado por el Fiat, me enriqueció de tal potencia,
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de multiplicar tantas veces a Jesús por cuantas eran las criaturas que lo
querían recibir, éste era el más grande milagro que Yo podía hacer, tener
pronto a Jesús para darlo a cualquiera que lo deseara. ¡Cómo me sentía feliz!
Cuánto quisiera que también tú hija mía, acercándote a las personas y
haciendo visitas, fueras siempre la portadora de Jesús, capaz de hacerlo
conocer y deseosa de hacerlo amar.

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