“La gentileza detiene el mundo. Y nos hace respirar. Recordar. Que las flores siguen creciendo por todas partes.

La gentileza está en los que te contestan con una sonrisa en la mirada y en la voz, y en los que no te hacen sentir mal si preguntas una y otra vez porque no has entendido.

La gentileza habita en los gestos espontáneos que no has pedido ni te deben quienes te ayudan a llevar un paquete, renuncian a algo por ti, te abrigan cuando hace frío, te ceden su asiento.

La gentileza está en todas partes.

Gentil es la rabia, cuando es amor enmascarado. Gentil es la muerte, para el que acoge realmente la vida. Gentileza en una lágrima, en el cabello, en los besos, en la piel, en el calor de un cuerpo aún vivo. Gentil soledad en el silencio gentil.

La gentileza del sol, que calienta a pobres y ricos, plantas, animales y personas; que iluminan la sombra, que se da a todos por igual, más allá de las distintas apariencias, formas y divisiones. Justo ahora, que cerramos los ojos y notamos el calor de su luz en la piel, eso es gentileza. Ahí en el calor de la piel, toda la gentileza de una estrella. Gentileza es existir, ahora. Con amor, por amor, en amor.”

Estos son unos bellos extractos del libro “La biología de la Gentileza”, de Daniel Lumera, a quien tendré el honor de entrevistar este jueves.

Daniel Lumera es biólogo natural e investigador en sociología de los procesos culturales y comunicativos, conferenciante y referencia internacional en el área de las ciencias del bienestar, la calidad de vida y la práctica de la meditación, que estudió y profundizó con Anthony Elenjimittam, discípulo directo de Gandhi.

Con Daniel descubriremos la gentileza como una de las más sublimes cualidades del alma desde su dimensión más profunda y espiritual, cuyo efecto en el plano físico es tan poderoso y evidente, que distintas investigaciones científicas ya demuestran que los actos realizados con amabilidad, generosidad, amor y alegría, tienen un impacto directo sobre la salud y alargan la vida.