El apóstol Pablo hace una reflexión sobre sí mismo. A priori una persona impía, irascible y perseguidora de cristianos. En consecuencia inadecuada para el ministerio cristiano, pero que llegó a ser el principal apóstol de testimonio a los gentiles. Para Pablo TODOS podemos y debemos ser ministros de Dios en la iglesia porque si Dios ha usado al peor de todos (él mismo) ¿Por qué no va a usar a otros? Lo importante no es lo que el cristiano puede hacer por Dios, sino lo que Dios puede hacer a través del cristiano que se entrega a Dios y permite que Él le capacite.