Fernanda y Bernarda Jiménez Peña nacieron en Utrera el 9 de febrero de 1923 y el 3 de marzo de 1927, respectivamente, en el número 20 de la Calle Nueva. Son hijas de José Jiménez Fernández e Inés Peña Vargas, ambos de Utrera, aunque en sus abuelos hay ascendencia alcalareña y lebrijana. No hay que olvidar que por esta rama su abuelo es concretamente Fernando Pinini. Esto explica que empezaran a cantar a muy temprana edad en el seno de su familia gitana y que Fernanda siempre haya sido considerada la mejor solearera de todos los tiempos. Mientras, la especialidad de Bernarda eran los cantes festeros, sobre todo las bulerías, aunque también dominaba con maestría las seguiriyas, fandangos, solerares, tangos, tarantos, cantiñas...

La actitud artística de las dos hermanas nunca fue bien vista por los ojos de su padre, un matarife que ganaba el suficiente dinero como para proteger a sus niñas sin necesidad de que éstas se buscaran la vida desde tan pronto. Sin embargo, Fernanda y Bernarda intervinieron en 1948 en la película "Duende y misterio del flamenco", de Edgar Neville. Luego Antonio Mairena, que tenía una gran amistad con el citado matarife, lo convenció para que sus hijas grabaran un disco. El maestro las bautizó como Niñas de Utrera y su primera grabación se tituló "Sevilla, cuna del cante". Pronto se fueron a Madrid, donde trabajaron en los tablaos Zambra, Corral de la Morería, Torres Bermejas y Las Brujas. Viajaron a Nueva York para participar en la Feria Internacional y luego fueron entronizadas en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, donde llamaron la atención del argentino Anselmo González Climent. Después llegaron muchos más reconocimientos y contratos discográficos con distintas casas: Columbia, Hispavox, Zafiro, Vergara, Movieplay, Pasarela, Radio France, Proampro, Tononut, Tartesso. En 1988 Utrera les dedicó una calle y un año después Fernanda recibe el premio "Compás del Cante" que otorga la Fundación Cruzcampo. Y en 1994 la Junta de Andalucía le entrega a las dos hermanas las Medallas de Plata de Andalucía. Ese mismo año el Ayuntamiento de Utrera las designa Hijas Predilectas de la ciudad, algo que también hizo la Diputación de Sevilla, que en 2000 las declaró igualmente Hijas Predilectas de la Provincia. En lo artístico, las dos hermanas habían conseguido en 1986 un enorme éxito en Nueva York durante una actuación en la que también estuvieron artistas de la talla de El Chocolate, Farruco y Manuela Carrasco. La propia reina Doña Sofía las felicitó por su grandeza aquella noche. Forjaron una leyenda en el cante para el baile y en solitario.
La Paquera de Jerez, Francisca Méndez Garrido nació el 20 de mayo de 1934 en Jerez de la Frontera, en la provincia de Cádiz, y en el famoso barrio de San Miguel que tantos artistas ha dado al arte flamenco. Muere el 26 de abril de 2004.
Su padre era gitano y su madre paya y la tradición cantaora le venía de familia paterna, los Méndez.
El nombre de Paquera se lo puso de pequeña una de sus abuelas y posteriormente, siguiendo la tradición flamenca de identificarse con su familia o su ciudad natal, adoptó el «de Jerez».
Entre tablaos, espectáculos y grabaciones discurriría su prolífica producción en la que compartiría cartel con los más importantes del momento.
Miguel Peña Vargas nació en Lebrija en 1939. Es cantaor y bailaor y pertenece a la dinastía de los Pinini. El sobrenombre de El Funi lo hereda de su abuelo Juan Peña Peña, que bailaba y le transmite su saber al igual que lo hiciera su padre. “Flamenco desde la Cuna” canta y baila desde muy pequeñito en las fiestas familiares. La casa de su abuela Fernanda la de Pinini era toda una institución en la comarca y lugar de encuentro de todos los artistas de la familia, tanto profesionales como aficionados, entre los de Lebrija estaban sus tíos El Legaña, Benito, Bastián Bacán, sus primos Pedro Peña, Pedro Bacán y Juan El Lebrijano; y entre los de Utrera, sus tías Fernanda, Bernarda y Pepa y su tía abuela María Peña. Cuando esto ocurría las fiestas eran descomunales llegando a durar varios días. Miguel crece en este ambiente flamenco y festivo, y va adquiriendo conocimientos "hasta llegar a ser el gran aglutinador de la casa de los Pinini-Funi tanto en el cante como en el baile".